George Washington informa al Congreso sobre el estado de la guerra

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George Washington informa al Congreso sobre el estado de la guerra

Cuatro mil hombres bajo las órdenes del señor Cornwallis... fueron empleados en buscar provisiones en el campo adyacente a sus cuarteles. No hubo ninguna distinción en su proceder - la propiedad de todo tipo, ya fuese de personas enemigas o favorables a la causa británica, fue tomada y llevada por ellos....

Me han comunicado el señor Griffin, recién llegado de Boston, que este caballero [general Burgoyne] o bien sostiene, o está inclinado a sostener, sentimientos muy diferentes a los que profesó recientemente sobre el poder de estos estados; que él sin reservas declara que es casi imposible que Gran Bretaña tenga éxito en sus propósitos; que, cuando regrese a casa, declarará con libertad sus sentimientos ante el rey y los ministros; y que, según él dijo, parecía pensar que el reconocimiento de nuestra independencia por parte del rey y el parlamento sería una medida conveniente, bajo el supuesto de un tratado comercial a gran escala. Hasta qué punto estas profesiones pueden ser genuinas, no puedo determinarlo, pero, si es así, ¡qué gran cambio!

El Congreso ha asumido como hecho algo que en realidad no es así. Todo el forraje para el ejército ha sido constantemente sacado del condado de Bucks y del condado de Filadelfia, y de las partes de Nueva Jersey más cercanas a la ciudad; en consecuencia de lo cual ahora está casi agotado, y por completo en el país que se encuentra debajo de nuestras líneas. De estos lugares también se han sacado todos los suministros de harina, que las circunstancias lo permitieran. En muchos casos los molineros se mostraban renuentes a moler, ya sea por desafecto o por sus miedos; esto disminuía los suministros, y la cantidad que, con la ayuda de los guardias que pusimos sobre ellos, fue forzada a salir de ellos, no fue grande. En cuanto al ganado, no sé si se obtuvo algún suministro importante de allí; y si se podía obtener alguno, eso no lo sé.

Confieso que me he sentido en gran aprieto con respecto al ejercicio vigoroso del poder militar. Una humanidad mal colocada, quizás, y la reticencia a causar dolor, pueden haberme retenido demasiado; pero no eran sólo ellos. He estado bien consciente de esa envidiable envidia al poder militar, y de que esto ha sido, y aún es, considerado como un mal, del que hay que tener mucho cuidado, incluso por parte de los mejores y más sabios entre nosotros. Bajo este concepto he sido cauto, y he deseado evitar en la medida de lo posible todo aquello que pudiera agregar el más mínimo atisbo de fundamento a él. Sin embargo, el Congreso puede contar con que no faltarán esfuerzos por mi parte, dentro de lo que esté en mi poder hacerlos, sin desatender las circunstancias en que nos encontramos, para mantener al ejército suficientemente provisto por un lado, y para evitar que el enemigo obtenga suministros por el otro.... Me haría muy feliz que la autoridad civil de los varios estados, recomendada por el Congreso, o por su propia voluntad, viendo la necesidad de aportar al bien común todos los medios posibles para obtener alimentos para el ejército, siempre adoptaran las medidas más enérgicas, adecuadas al fin. El pueblo en general está gobernado en gran medida por el hábito. Siempre se les ha enseñado a obedecer con sumisión implícita todo acto de legislación o autoridad civil, sin razonar sobre la conveniencia o inconveniencia de las cosas - al poder militar, ya sea inmediato o derivado originalmente de otra fuente, siempre lo han mirado con un ojo inquieto y envidioso.